Yo tengo razón… ¿estás seguro? La Barrera de la Soberbia


Alguien te va a adelantarHace tiempo comenté que no puedes esperar que el otro sepa lo que necesitas, pretendes o quieres, si no se lo dices. En esta entrada quiero hablar sobre otro problema que nos podemos encontrar en nuestras relaciones personales, y es que tendemos a pensar que siempre tenemos la razón

Y podemos caer en ese error en multitud de situaciones. Algunos ejemplos:

  • En una comida con amigos puede que salga un tema de conversación en el que haya dos bandos claramente diferenciados, si no son totalmente opuestos, y muchas veces nos posicionamos en uno de ellos. El problema es que intentamos convencer a los otros de que nuestra posición es la mejor y no nos centramos en entender las razones de los demás.
  • En la familia hay discusiones que nacen de tonterías y se agrandan por la resistencia a ceder, por querer tener razón sí o sí.
  • En el trabajo, al participar en reuniones donde se toman decisiones, puede pasar lo mismo. Sentir que tenemos la obligación de defender nuestra posición, nuestra opinión. Y no es así; estamos ahí para decidir lo mejor, independientemente de de quién haya salido la idea.

Estos ejemplos muestran que no nos preocupamos de qué es lo mejor, sino de tener razón. Y esto se debe a la soberbia, la tendencia natural a sentirse superior a los demás. Si escribes en Google «Qué es la soberbia» aparece «Sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos». Y me parece muy acertado lo que dice que provoca: lo que yo llamo La Barrera de la Soberbia, que imposibilita ponerse en el lugar del otro para entenderle. Para poder trabajar en equipo, llegar a buenas decisiones o tener conversaciones sin discusiones, hace falta saltar esa barrera de la soberbia.

Algunas cosas que podemos hacer para evitar este problema son:

  • Cuando alguien hable intenta no estar pensando en la respuesta que le vas a dar, sino en lo que está diciendo y deja terminar las argumentaciones a los demás. Muchas veces respondemos antes de que se haya terminado, sin dar opción a los demás a expresarse.
  • Conócete. Cuanto más consciente seas de tus virtudes y tus defectos (sí, !tus defectos!) más cerca estarás de aceptar que no haces todo bien. Acepta que no puedes ser el mejor en todo: un levantador de pesas lo más seguro es que no sea a la vez el campeón mundial de velocidad.
  • Intenta mejorar tu humildad con acciones  concretas. Por ejemplo, pidiendo perdón por lo que no has hecho bien y ha afectado negativamente a otros. Esto hará que seas más consciente de tus debilidades y limitaciones. La humildad no es apocamiento sino ser realista, objetivo.
  • Analiza tus paradigmas para saber cómo afectan a tus opiniones. Muchas opiniones que defendemos a capa y espada están apoyadas exclusivamente en nuestros paradigmas y no tenemos razonamientos lógicos y reales que los sustenten. Conocer esos paradigmas nos ayuda a ser más objetivos y más abiertos a aceptar otras opiniones.
  • Lee. Lee. Lee.

Hay otras muchas ideas para superar la Barrera de la Soberbia, estas son algunas de las que yo uso y que me sirven. ¿Cuáles son las tuyas?